Recebemos de um
colaborador do blog o texto da carta do comunista e filosofo francês Louis
Althusser ao dirigente comunista cubano e diretor da revista Casa de las
Américas, Roberto Fernandez Retamar, enviada poucos dias após a morte do comandante Ernesto
Che Guevara, na Bolívia, em 09 de outubro de 1967.
Até onde sabemos,
essa carta só foi publicada em sua tradução para o espanhol (que postamos
abaixo), pela própria revista Casa de las Américas. Consideramos
relevante sua reprodução pela importância das questões levantadas, fundamentais
para a análise da experiência revolucionária em nosso continente.
Louis Althusser: ante la
muerte de Ernesto Che Guevara
París, 25 de octubre 67
querido
Retamar:
Recibí tu telegrama y tu carta. Te cablegrafié
que estoy enteramente de acuerdo con tu proyecto de publicar mi carta a Régis,
así como con los términos del chapeau. En efecto, las circunstancias lo
imponen.
Me sacudió la muerte del “Che”. Esa muerte
trágica, el proceso de Régis y la suerte que le amenaza me producen un dolor y
una interrogación lancinantes. No sólo un dolor, sino también una
interrogación. Tú me entiendes.
Acesse o PDF
Me pides una página o algunas líneas sobre el
“Che” para el número especial de Casa.
Lo que pudiera decir, como simple individuo,
pudieran decirlo otros muchos, y ciertamente mejor que yo. No sólo todos los
que conocieron al “Che”, sino también todos aquellos para quienes existió y
existe, aun sin que lo conocieran: militantes y hombres del pueblo. Su
testimonio es infinitamente más valioso y tiene más peso que el de un simple
intelectual.
Si es absolutamente necesario que me
pronuncies (¿pero es absolutamente necesario?), lo haría como intelectual
comunista, es decir, como intelectual que trata de ser un ideólogo de la clase
obrera (Lenin emplea esta fórmula), del que se espera, como de todos los
revolucionarios conscientes, que vea un poco más allá de su dolor y su
emoción, en síntesis, que sea capaz de reflexionar sobre el ejemplo y sobre la
muerte del “Che”.
He aquí lo que diría, teniendo en cuenta la
situación actual, si fuera absolutamente necesario que hiciera una
declaración pública.
* * *
"Como
millones de hombres en el mundo, me sentí, sacudido por la muerte del 'Che' y
las circunstancias de esa muerte, ocurrida en combate.
Sabemos desde hace mucho tiempo que el 'Che'
no puede ser olvidado. Ahora sabemos lo que nos ha dejado: no sólo su vida,
sino también su muerte, para que meditemos.
Con su vida, el 'Che' nos dejó un admirable
ejemplo de conciencia, de voluntad, de coraje y de abnegación revolucionarios.
Su muerte llama a todos los revolucionarios a cumplir con su deber: la Revolución.
El 'Che' nos deja una definición
marxista-leninista de la estrategia general de la lucha de las clases
revolucionarias en la América latina; en su conjunto, la lucha revolucionaria
de masas de la América Latina pasa y pasará necesariamente por la lucha
armada.
El ejemplo del 'Che' impone a los
revolucionarios el deber de no olvidar jamás la estrategia general que él
definió.
Pero la muerte del 'Che' impone a los
revolucionarios otro deber. Los revolucionarios deben sobrepasar su emoción, y
cerrar sus filas. Los revolucionarios deben reflexionar sobre las
condiciones de la muerte en combate del 'Che', sobre las condiciones de la
lucha que llevan adelante. Deben profundizar sus conocimientos y sus
reflexiones sobre las relaciones de clases existentes en la América Latina, en
escala nacional, y en escala internacional; sobre las formas concretas de
aplicación, en cada caso, y en cada etapa de la lucha, de la estrategia
general definida por el 'Che'; sobre las tácticas particulares a
poner en práctica que correspondan concretamente a cada caso y a cada momento.
No se pude reflexionar concretamente
fuera de la lucha. Como la lucha de clases es internacional, los
revolucionarios del mundo entero pueden contribuir a definir una estrategia
general, pueden comprenderla, apreciarla y aprobarla. Pero sólo los
revolucionarios inmersos en la lucha en una región del mundo están en
condiciones de reflexionar concretamente, pueden analizar objetivamente
las relaciones de fuerza económicas, políticas e ideológicas de la lucha de
clase que libran, para definir las tácticas adecuadas a su lucha.
El 'Che' deja a los revolucionarios, con su
vida y con su muerte, ese gran ejemplo. Nunca dejó de unir la reflexión y la
lucha. Puso al servicio de su lucha toda su inteligencia, toda su lucidez.
Los revolucionarios seguirán ese ejemplo. Las
condiciones en las que él luchó y murió imponen a los revolucionarios la tarea,
indispensable para la victoria de su causa; de profundizar, en la lucha misma,
el análisis de las relaciones de fuerza en las situaciones concretas de la
lucha de clases, para definir las tácticas apropiadas a llevar a cabo, en cada
caso, y en cada momento, según la estrategia general de la lucha revolucionaria
en la América Latina."
*
* *
He ahí, en términos generales, lo que diría.
Quizás el "Che" no hubiera estado de acuerdo con todas las
formulaciones, pero esos desacuerdos parciales forman parte de la lucha por la
que se sacrificó. Un verdadero canto fúnebre no puede dejar de ser al mismo
tiempo una reflexión política, cuando lo que se conmemora es la muerte de un
hombre político. Dicho esto, no te oculto que prefiero que no publiques nada
mío. Pero se es absolutamente indispensable, y si este texto puede
ser publicado, te lo doy.
En cuanto al fondo de las cuestiones, al que
simplemente todo de modo alusivo en esas líneas, he aquí mi sentimiento.
La exigencia de la reflexión, del análisis, de
la definición de tácticas concretas no implica poner en tela de juicio la
estrategia general del “Che”, sino, por el contrario, realizarla. En su
conjunto, la revolución en la América Latina pasa y pasará necesariamente por
la lucha armada. Pero esta estrategia general es una estrategia general
que, enunciada de tal forma, resulta abstracta. Ella exige su realización en
las formas concretas de lucha, que correspondan, para cada país, al
contenido de clase de cada momento de la lucha. Por tanto, se impone definir
las formas concretas de organización, los objetivos concretos (en
una lucha revolucionaria de larga duración esos objetivos varían con el
desarrollo de la lucha, y las modificaciones en las relaciones de clase), las tácticas
concretas y los métodos de lucha concretos que se correspondan con los
objetivos concretos de cada etapa importante de la lucha de clase.
Esas diversas definiciones (organizaciones,
objetivos, tácticas, métodos, etc.) se basan a su vez sobre la estrategia
general y sobre el análisis concreto, conducido de acuerdo con los
principios de la teoría marxista, así como de las relaciones de clase
económicas, políticas e ideológicas que existen en cada país, y en cada
momento.
Una estrategia general justa no es suficiente.
Hacen falta organizaciones, objetivos, tácticas y métodos de lucha correctos y
justos, que no se pueden definir sin los resultados concretos de este análisis
concreto de las relaciones de fuerza que constituyen el estado presente, y las
potencialidades de la lucha de clases en cada país, y en el conjunto de los
países.
Ahora bien, en lo que he podido leer del
“Che”, y en el libro de Régis, se encuentra una definición de la estrategia
general, cuya demonstración se basa sobre un análisis global de la lucha de
clases; se encuentra también la definición de una organización militar,
de su táctica y de sus métodos de lucha (la guerrilla), pero no se encuentra
el análisis concreto sobre el estado de las fuerzas de la lucha de clases
en cada caso.
La guerrilla resulta el objeto de una simple afirmación,
y no de una demonstración basada sobre un análisis, o más bien sobre los
análisis de clase concretos. Por otra parte, se trata de una organización única,
encargada de todas las tareas, sin que su unicidad esté fundada demostrativamente
en análisis concretos.
En ausencia de análisis concretos, que en ese
nivel lo deciden casi todo, en ausencia de análisis concretos de las relaciones
de clases en las situaciones concretas, por una parte; en presencia de una
sola forma de organización (que no es objeto de ninguna demostración basada
sobre análisis concretos), por otra parte, se tiene la impresión de un corto
circuito. De modo brusco se coloca la estrategia general en relación con
una forma única de organización con táctica y métodos propios. En ese corto
circuito desaparece un término importante: la definición de objetivos
concretos (que implica necesariamente su carácter gradual, su cambio en
función de los desarrollos de la lucha de clases). Se remplazan los objetivos
concretos por un objetivo global, que es abstracto: la victoria de la
revolución, la toma del poder. La ausencia de análisis concretos y la ausencia
de objetivos concretos por etapas van de la mano de ese corto circuito
de la estrategia general y de la organización única y de su táctica propia.
Tú sabes que todo depende en definitiva de la
validez de las tesis de Régis acerca de las relaciones entre la guerrilla y el
Partido. Por dos razones: porque la tesis general de Régis es, como
tesis general, discutible (que la guerrilla sea el Partido in nuce);
y también, y sobre todo, porque la tesis de Régis reduce los
problemas complejos de la lucha revolucionaria de masas a ese único problema:
las relaciones entre la guerrilla y el Partido. Las cosas no son tan simples.
Considerémoslas en orden de importancia creciente.
1/ La tesis de Régis (relaciones entre la
guerrilla y el Partido) concierne a la relación entre, por una parte, la
organización militar de la lucha de clases revolucionario y, por la
otra, la organización política de la lucha de clases. Es una cuestión
muy importante, pero no la más importante.
2/ La cuestión más importante, decisiva en
última instancia, no concierne a la relación entre dos organizaciones, sino
a la relación entre la organización u organizaciones por una parte, y las masas populares por otra. Esta
articulación entre una o varias organizaciones y las masas es capital, porque,
como lo quiere[n] la teoría y la experiencia revolucionaria
marxistas-leninistas, son las masas las que hacen la historia en última
instancia.
En una lucha popular como la que se desarrolla
en la América Latina es necesario, por tanto, tomar en cuenta las dos
articulaciones y no una sola. Es necesario tomar en cuenta no sólo la
articulación entre la organización de lucha militar (la guerrilla) y la
organización de lucha política (el Partido), sino también y al mismo tiempo la
articulación entre las organizaciones de lucha y las masas populares. Y es
preciso no perder nunca de vista que de estas dos articulaciones es decisiva en
última instancia (la articulación organización/masas) y la otra, a pesar de
toda su importancia (y a través de todos los desplazamientos de la dominante),
le está subordinada.
Si se mantienen firmemente estos principios,
que yo no invento, los cuales están inscritos con todas sus letras en la
experiencia revolucionaria existente, de ellos se derivan importantes
consecuencias teóricas y prácticas.
Si se tienen en cuenta estas dos
articulaciones, así como la primacía de la segunda con respecto a la primera,
se advierte que el concepto de guerrilla no resulta adecuado para designar los
caracteres de la lucha en su conjunto, los caracteres del proceso de lucha que,
sin embargo, siempre está más o menos presente en la conciencia de los
guerrilleros políticamente más formados. El concepto que reconoce la existencia
e importancia de esas dos articulaciones es el concepto de guerra popular, con
todas las exigencias que él implica. En la primera fila de esas exigencias: el
pueblo. El pueblo son las masas populares. Las masas son el conjunto de
clases y grupos sociales que están de un mismo lado en la lucha, contra el
mismo enemigo. El contenido del pueblo varía según las etapas de la lucha de
clase: según las etapas de la lucha, una clase o un grupo social dados se une
al pueblo o lo abandona para pasarse al lado opuesto.
De aquí se infiere que es preciso saber
siempre qué es el pueblo, en cada momento de la lucha, dónde está el pueblo,
cómo está constituido, qué quiere, de qué es capaz, etc. De ahí la necesidad vital
de análisis concretos de la situación de las clases y de las relaciones de
clase.
Se infiere que ninguna organización puede
vivir sin conseguir el apoyo del pueblo, por reducido que sea ese pueblo al
inicio, sin tratar de obtener rápidamente el apoyo del pueblo. Por ello es
preciso que la organización defina objetivos concretos, que corresponden a lo
que quieren el pueblo, y sepa traducirlos en consignas concretas. Es sobre esta
base que pueden emprenderse acciones, incluso por parte de la guerrilla. Sin
objetivos populares concretos, que pueden obtener la adhesión del pueblo, o al
menos de ciertas capas populares para desde ahí alcanzar a otras capas más
amplias, la acción de las organizaciones es estéril, y ciertas organizaciones,
que no pueden vivir sin el apoyo directo del pueblo, pueden desaparecer, o ser
destruidas.
Esto no quiere decir que hay que abandonar un
solo instante el principio de la guerrilla. Lo que quiere decir es que en una
guerra de clase prolongada como la que se prepara en la América Latina,
hay que situar a la guarrilla en su justo lugar, en función de las dos articulaciones
que he indicado, y no esperar milagros rápidos de una organización que
es un elemento capital de la guerra popular, pero que sólo puede ejercer su
función en un conjunto complejo definido, en que el estado de las masas en la
lucha de clases desempeña el papel determinante en última instancia.
Sé que a este esquema general (que no es más
que un esquema) se le puede oponer el ejemplo de Cuba, donde las cosas no
sucedieron de esa forma. En Cuba la guerrilla pasó con gran rapidez y
una facilidad relativa de la simple guerrilla a formas de la guerra popular.
Pero este resultado tiene causas específicas que merecerían ser analizadas: la
situación de la lucha de clases en la misma Cuba por una parte, la coyuntura
internacional por otra (los Estados Unidos no intervinieron), permitieron ese
paso rápido y (relativamente) fácil. No es seguro que las cosas sucedan de la
misma manera en los otros países de la América Latina. La situación interna de
la lucha de clases puede ser diferente allí (hasta donde conozco, en Bolivia
los campesinos tomaron posesión de las tierras al ocurrir la revolución del
MNR; la consigna movilizadora de los campesinos, la consigna secular de los
campesinos, ¡la Tierra para los Campesinos!, no podía desempeñar allí, a pesar
de la atroz miseria campesina, su papel revolucionario); igualmente es distinta
la situación de la lucha de clases en el plano internacional (los Estados
unidos intervienen ahora directamente, con métodos que, por el momento,
desgraciadamente parecen ser relativamente eficaces). La coyuntura que permitió
a la guerrilla cubana desembocar rápidamente en una forma de guerra
popular (apoyo y participación activa de las masas) no existe quizás
en ningún lugar de la América latina. Es imposible pronunciarse sobre este
punto sin análisis concretos. No es posible pensar, a priori, que
la guerrilla desembocará rápidamente y por sus propios medios en una guerra
popular.
Si ello fuera así (y es posible que yo me
equivoque, es posible que se hayan hecho análisis concretos), habría que pensar
el papel de la guerrilla, indispensable, en función del proceso de
desarrollo de la guerra popular, que amenaza ser una guerra prolongada.
Se ello fuera así, las exigencias que indiqué (las dos articulaciones y sus
consecuencias) deben tomarse en consideración para asignarle a la guerrilla no
sólo su lugar de intervención en el espacio, sino también sus formas de intervención en el tiempo, y
sus condiciones de intervención (mínimo de apoyo popular, perspectivas de un
incremento del apoyo de las masas populares), al igual que los objetivos,
las tácticas, los métodos concretos del conjunto de la lucha, en
sus distintos momentos. Poner en primer plano el concepto de la guerra
popular, con todas sus consecuencias, es reconocer el papel determinante de
la segunda articulación (organizaciones/masas).
Ello está en línea con todas las formas de experiencias legadas por el
movimiento obrero en las disímiles luchas que éste ha emprendido (tanto las frustradas
por el fracaso como las coronadas por la victoria).
Sé que es fácil decir estas cosas desde lejos
y escribir frases sobre una hoja de papel. No tengo en forma alguna la
pretensión de enseñar nada a nadie. No hago más que recordar principios
probados, y probados por innumerables luchas, sea cual fuere la forma. Sólo me
permito esta llamada dentro de los límites, extremamente estrechos, en que un
intelectual, que puede tener, al menos a través del estudio, acceso a las
lecciones de esas experiencias de lucha del movimiento obrero, puede auxiliar
con ello a compañeros que hacen infinitamente más que él, porque ellos sí están
en la lucha en la que a menudo dejan la vida. Pero dentro de esos límites creo
que es mi deber hacer esta llamada.
Su juzgas útil dar a leer estas últimas
consideraciones a compañeros responsables – o a uno de ellos -, lo dejo a tu buen
juicio. Por mi parte, no dirijo lo anterior más que a ti.
Un abrazo
Althusser1
*
* *
Paris 26 de diciembre 67
querido
Retamar:
Sin noticias tuyas, ni por la Revista, ni por
carta, después de tus llamados urgentes de octubre, y mis respuestas.
Recibí al último N° de Casa.
Si puedes no publicar nada, ni mi carta
a Régis ni mi “página” sobre el “Che”, ello es, desde mi punto de vista,
la mejor solución. Cuando te digo “desde mi punto de vista”, tengo en cuenta lo
que imaginas: intereses generales, los de nuestra causa común.
Pero me gustaría mucho que tú
respondieras mi carta, a título personal, y que me dijeras lo que tú piensas
de las cuestiones sobre las cuales te doy mi opinión. Ello me es tanto más
necesario por cuanto no tengo con las realidades latinoamericanas las
mismas posibilidades de contacto que tú.
Sé que estás muy ocupado, sobre todo con
vuestro “Congreso” de enero2. Pero aquellas cuestiones son demasiado
importantes: debes poder encontrar un momento para responderme.
Espero tu carta.
Te abrazo
Althusser
ENS
45 calle de Ulm
Paris 5e.3
_____________________________
Traducido del francés por
E.R
1
El último párrafo, la despedida y la firma están manuscritos (N. de la R.)
2
Se refiere al que seria conocido como Congreso Cultural de La Habana: Cf. Casa
de las Américas, n. 47 (marzo-abril de 1968), passim; y n. 48 (mayo-junio de 1968), p. 149-151. (N. de la R.)
3 La
firma está a maquina, pero esta iniciada a mano. Los datos de la dirección
también están manuscritos. (N. De la R.)
_____________________________
"Louis
Althusser ante la muerte de Ernesto Che Guevara". Carta a Roberto
Fernández Retamar. Paris. 25 de outubro de 1967: reproduzida postumamente com
uma introdução de Fernandez Retamar em "Casa de las Americas" 190,
janeiro-março de 1993, pp. 59-64.
20 comentários:
Fantástico! Lerei e tecerei em breve meus modestos comentários
Artigo bastante pertinente para se refletir sobre formas de organização, afora o justo enaltecimento da memória de Guevara.
Vale destacar alguns trechos. O primeiro, "No se pude reflexionar concretamente fuera de la lucha. Como la lucha de clases es internacional, los revolucionarios del mundo entero pueden contribuir a definir una estrategia general, pueden comprenderla, apreciarla y aprobarla. Pero sólo los revolucionarios inmersos en la lucha en una región del mundo están en condiciones de reflexionar concretamente, pueden analizar objetivamente las relaciones de fuerza económicas, políticas e ideológicas de la lucha de clase que libran, para definir las tácticas adecuadas a su lucha.". Análise bastante pertinente no sentido de que a compreensão mais profunda sobre organização exige a prática. As transformações necessárias passam longe do academicismo...
Especificamente sobre guerrilha, mostra certos equívocos de compreensão dos companheiros Regis Debray e Guevara. Não se trata apenas da análise da relação entre guerrilha e partido. É preciso se atentar às relações entre organização e massas populares. Vale destacar. "En su conjunto, la revolución en la América Latina pasa y pasará necesariamente por la lucha armada. 1/ La tesis de Régis (relaciones entre la guerrilla y el Partido) concierne a la relación entre, por una parte, la organización militar de la lucha de clases revolucionario y, por la otra, la organización política de la lucha de clases. Es una cuestión muy importante, pero no la más importante. 2/ La cuestión más importante, decisiva en última instancia, no concierne a la relación entre dos organizaciones, sino a la relación entre la organización u organizaciones por una parte, y las masas populares por otra. Esta articulación entre una o varias organizaciones y las masas es capital, porque, como lo quiere[n] la teoría y la experiencia revolucionaria marxistas-leninistas, son las masas las que hacen la historia en última instancia."
Meus comentários são frágeis, pois nada substitui a análise detida do texto althusseriano.
VINÍCIUS
O camarada Althusser deu boas indicações do que seria a tal “análise concreta de situações concretas”, quais são os elementos a se considerar.
Parece-me certo que o desconhecimento das realidades nacionais, das transformações ocorridas em alguns países das Américas no pós-Segunda Guerra Mundial, particularmente entre os anos de 1950 e a primeira metade dos anos de 1970 (em alguns casos antes) contribuiu decisivamente para a formulação não somente de estratégias, mas, sobretudo, de táticas erradas por parte dos comunistas, engendrando assim sucessivas derrotas políticas. Penso, por exemplo, na trajetória do PCB. A subestimação da dinâmica da transformação capitalista vivida pelo Brasil a partir da década de 1950, com a nova colaboração que se estabeleceu entre a burguesia nacional e o imperialismo, levou à continuidade da estratégia nacional-reformista e à prática de táticas de colaboração de classes, pois se concebia a tal burguesia nacional como parte do povo e o seu Executivo nacional-reformista como aliado na luta anti-imperialista. A luta contra o imperialismo não era direta e imediatamente a luta pelo socialismo porque se analisava não ser o Brasil ainda plenamente capitalista e se identificava “resquícios feudais” no latifúndio. A interpretação errada da realidade engendrou práticas equivocadas, que favoreceram às forças contrarrevolucionárias. O erro na teoria produziu práticas erráticas e estas, as práticas, por mesmas não corrigiram a teoria e nem poderiam fazê-lo.
A tese de que a estratégia e as táticas devem ser formuladas e aprimoradas na prática, na luta, é uma verdade; mas é também uma verdade geral, que não nos diz do “como” essa dialética entre a teoria e a prática, pode dar-se. Em meu ponto de vista, o “como” está na prática teórica. Na atividade prática (que é também uma atividade abstrata, teórica, subjetiva) de se analisar critica e cientificamente o real. Na “apreensão” (o que pressupõem a dimensão objetiva do real) e “interpretação” (entendimento subjetivo do real) das realidades concretas, produzindo o conhecimento do partido, das organizações revolucionárias, sobre a realidade (composição de classes, relações entre as classes, determinações econômicas e sociais, conjuntura política, correlação das forças militares, articulações das classes nacionais com o imperialismo, conjuntura internacional, tendências observáveis no capitalismo contemporâneo, nível de apoio das massas aos comunistas, possibilidades de articulações e união entre as organizações revolucionárias etc.).
Se é certo que não basta a interpretação do mundo, é igual e mais certo que sem a sua correta interpretação não é possível a sua transformação em uma direção desejada.
A realidade sempre se transforma, mas não necessariamente na direção que desejamos: a direção do comunismo. Para isso é preciso intervir nela, em suas tendências estruturais, o que exige previamente o conhecimento dessas tendências. Portanto, sem a correta interpretação da realidade concreta nenhuma revolução popular é possível. A prática teórica é o que nos dá a interpretação da realidade e não pode ser uma interpretação qualquer, precisa ser uma interpretação cientificamente elaborada e isto não brota da prática revolucionária, da luta, de forma direta. Ela exige a mediação do pensamento, da reflexão, do estudo, da pesquisa, do debate. Não é uma obra de toda a massa, mas da vanguarda, dos intelectuais orgânicos do proletariado. Sendo assim, um desafio posto aos comunistas está exatamente – em ligação direta com a luta de classes – na necessidade de formar militantes capazes de não apenas praticarem, no sentido stricto de fazerem ações políticas, mas de praticarem no sentido de também operarem a “prática teórica”, isto é, de interpretarem a realidade com base nas ferramentas do materialismo histórico (o qual, inclusive, deve ser enriquecido com novos conceitos e categorias). Isto não é academicismo, pois não se trata de recorrer a professores universitários para fornecerem a teoria ao partido. Mas de formar os intelectuais do partido ou melhor, de elevar o maior número possível de militantes do partido à condição de intelectuais orgânicos capazes de articular tanto a capacidade dirigente (uma das características do intelectual orgânico na acepção gramsciana) com a capacidade de interpretar a realidade concreta e contribuir para a tarefa de elaboração, formulação e a difusão das posições do partido/movimento (outra característica do intelectual orgânico).
A “prática teórica” é tão necessária quanto a prática sindical, organizativa, mobilizadora ou o comando de uma unidade militar guerrilheira. Na verdade, é provavelmente a mais importante das práticas, pois do seu acerto dependerá o acerto de todas as outras práticas, sua contribuição à luta pelo comunismo. Mas a “prática teórica” não é algo que se dá em um momento isolado, ela precisa ser permanente, pois permanentemente o real precisa ser analisado dado o seu contínuo movimento. Mas não apenas por isso, é pelas outras práticas que se constata o acertou ou não da teoria formulada e, portanto, a cada momento da prática, digamos, concreta, é preciso se refazer a prática teórica, depurando-a dos seus equívocos ou mesmo abandonando-a por outra teorização.
Essa questão da necessidade de se ter militantes com domínio do marxismo-leninismo e com conhecimentos sólidos e científicos sobre a realidade o blog já enfatizou mais de uma vez e contribui para tal com seus artigos, pois sabemos que o cérebro não segrega conhecimento assim como o fígado segrega a bílis. O conhecimento não é segregado pelo cérebro e nem pela prática, sua produção é bem mais complexa.
Althusser destaca a importância de se submeter a estratégia geral (no caso, o caminho guerrilheiro) e a própria análise das relações internacionais aos condicionantes de cada realidade nacional. A imperiosa importância de se considerar o nacional. O entendimento do nacional e sua articulação com a revolução proletária e seu caráter geral de revolução mundial, como revolução de classe e não nacional no sentido de supraclassista, exige militantes comunistas capazes de compreenderem, analisarem e explicarem não somente os determinantes econômicos da realidade nacional em suas articulações com a dinâmica do capitalismo mundial, não só capazes de interpretarem e teorizarem as conjunturas econômicas, sociais e políticas, mas também que sejam capazes de conhecer e entender os desdobramentos e influências políticas da cultura nacional, particularmente da cultura popular. Dos sistemas de valores (ideologias) que guiam as ações e as interpretações das massas populares (geralmente no nível do senso comum) sobre a realidade, os acontecimentos e sobre suas condições de existência, e que podem contribuir fortemente para a acomodação/alienação das massas ou ajudar na organização e luta dessas mesmas massas. E não se trata apenas de fenômenos tradicionais como a influência religiosa. Esta, certamente deve ser considerada, pois ela tanto pode ser uma aliada (dependendo do objetivo, por exemplo no caso de certas lutas pela constituição de Estados nacionais, a exemplo da luta palestina), como é um obstáculo às lutas pelo comunismo. O fenômeno cultural é bem mais complexo e suas implicações para a luta de classes não são desprezíveis. Ignorante do assunto, atrevo-me a pensar que estamos vivenciando um processo de desagregação moral e cultural do povo, com o fenecimento dos valores culturais e morais que poderiam favorecer a solidariedade de classe. Tal fenecimento é, a meu ver de leigo, favorecido ou induzido por diversos fatores como os estímulos midiáticos ao individualismo e ao hedonismo, à ideologia do empreendedorismo, o moralismo que resume os problemas nacionais e do proletariado à corrupção dos “políticos” etc. Como enfrentar isso? O agravamento das contradições econômicas e sociais do capitalismo, a intensificação do empobrecimento das massas, a proletarização de parte expressiva da chamada classe média e da pequena-burguesia serão suficientes para fazer ruir a capacidade alienadora e mesmo reificadora desses elementos culturais? O partido/movimento revolucionário precisa, parece-me, contar com militantes capazes de elevar essas questões concretas ao nível categorial-conceitual, ao nível teórico, para compreendê-las e formular as táticas para o seu enfrentamento? Uma coisa são as determinações do capitalismo, da realidade, sobre as massas (realidade a qual em grande parte ela “acessa” pela mediação das mídias burguesas) outra, igualmente importante para a práxis dos comunistas, é como as massas apreendem, interpretam e reagem às determinações. Para lidar com essa segunda questão o entendimento do nacional e da cultura popular são fundamentais. Não por coincidência Lênin era e Fidel é profundo conhecedor da “alma” do povo. Um problema a mais para nós, comunistas brasileiros, é que a “alma” do povo, o nacional, a cultura popular, com a crescente transnacionalização do capitalismo brasileiro, vive um célere processo de degeneração. Como lidar com isto? Que importância tal fenômeno tem, se é que tem, para a formulação da estratégia e das táticas da revolução?
Um ponto de grande importância tratado pelo camarada Althusser diz respeito ao problema da análise da correlação de forças. Questão decisiva da luta revolucionária. Nesse ponto entendo ser necessário um esclarecimento. A categoria “correlação de forças” tem sido utilizada no Brasil não raramente como uma espécie de coleira para a luta revolucionária. Assim o fizeram (e provavelmente ainda o fazem) o PCB e o PCdoB por anos. A correlação de forças aparece na história do movimento comunista brasileiro basicamente como argumento contra a interpretação do caráter da revolução brasileira como socialista e como argumento contra a organização da luta armada em oposição ao Estado burguês. Ou seja, como justificação para o reformismo. Intelectuais, sindicalistas, estudantes, têm reverberado a impossibilidade da luta imediata pelo socialismo dada a “correlação de forças”, sem que se explique bem do que se fala.
Ao empregarmos essa categoria do materialismo histórico precisamos ter em conta não somente sua dimensão materialista, isto é, sua determinação material; mas também sua condição dialética, isto é, sua mutabilidade e sua unidade com o conjunto da realidade na qual ela se forma. Em outros termos: é preciso termos em conta que a prática revolucionária, a luta política dos explorados, também se constitui em elemento da correlação de forças e influi em sua natureza e composição. A correlação de forças é, grosso modo, determinada por dois níveis de fatores. Os econômicos – que em última instância vinculam-se ao desenvolvimento e à relação existente entre as forças produtivas e as relações sociais de produção em nível nacional e internacional – e os políticos e ideológicos presentes nas formulações e práticas das classes sociais e suas vanguardas. Em síntese, a prática política (expressão da “prática teórica) dos movimentos revolucionários também influi na correlação de forças. Se os comunistas não fizerem o trabalho de agitação e propaganda pelo comunismo e a crítica radical do capitalismo, se os comunistas não realizarem o trabalho prático de organizar o proletariado, de educá-lo de um ponto de vista classista e anticapitalista e de mobilizá-lo para as lutas concretas a cada momento articulando e enfatizando a relação entre suas condições concretas, entre suas agruras e a exploração burguesa, a dominação imperialista e os privilégios da burguesia; uma correlação de forças favorável ao comunismo nunca se apresentará por pura evolução econômica.
A unidade e luta entre as forças produtivas e as relações sociais de produção – motor objetivo da história – precisam estar todo tempo sob o foco dos comunistas, pois é daí que nascem as determinações estruturais das lutas de classes; entretanto, as forças produtivas e as relações sociais de produção, mormente a quebra de sua harmonia necessária e o agravamento de sua contradição, não fazem nenhuma revolução; elas potencializam a revolução, elas tornam a revolução historicamente necessária, elas tencionam por transformações tanto na infra quanto na superestrutura, mas elas não realizam a revolução e não determinam inexoravelmente a direção do processo político.
Destarte, ao se analisar a correlação de forças e com base nela se definir a estratégia e as táticas é preciso também incluir nessa análise o esperado da práxis da própria organização política (e também militar se for o caso) das massas populares. Não ver a correlação de forças como algo que é apenas exterior ao movimento revolucionário, mas como uma realidade que condiciona suas ações e pode/deve ser modificada também pelas ações do movimento revolucionário. E modificada em uma direção desejada, já que a prática humana é sempre uma prática teleológica (no sentido de ser sempre uma prática pensada, dirigida).
O último ponto que desejo comentar é sobre a guerrilha e as condições da luta armada das massas contra o Estado burguês.
Realmente não sei dizer se o camarada Althusser foi justo em suas críticas aos camaradas Che e Regis, mas com certeza foi correto ao mostrar a necessidade das organizações revolucionárias estarem solidamente ligadas às massas e terem em conta as massas, sua consciência, seu nível de mobilização, sua disposição para a luta, ao definirem a estratégia e sobretudo os movimentos táticos a serem empreendidos na luta pelo poder. Na verdade a tática mais correta é aquela que ganha as massas e se ampara nas massas. Reconhecer que o trabalho com as massas é difícil, trabalho que em geral demanda anos, experimenta não somente sucessos e evolução mas também fracassos e involuções, não é argumento que justifique o abandono ou a secundarização do trabalho de massas. Do ponto de vista da luta pelo comunismo, nada justifica o abandono do trabalho de massas, mesmo sob condições de clandestinidade, quando o recuo se impõe, buscar ligar-se novamente às massas, conquistá-las ou reconquistá-las deve ser o objetivo dos comunistas porque sem as massas não se faz revolução proletária.
Na América Latina as experiências revolucionárias do século XX, vitoriosas ou não, tiveram quase todas (talvez a exceção seja a Revolução Mexicana) a guerrilha como sua forma mais elevada de luta, como sua organização político-militar. A partir da Revolução Cubana, a tese da guerrilha e do “foco” guerrilheiro espalhou-se. Também em África a guerrilha foi, pelo que sei, a forma de luta político-militar que prevaleceu nos movimentos de descolonização.
Mas quais são as condições para o desenvolvimento de movimentos guerrilheiros. Parece-me que Althusser aponta os dois fatores mais importantes: a) ser a opção pela guerrilha resultante da análise correta, justa, das condições históricas concretas de uma dada formação econômico-social, isto é, corresponder a forma guerrilha à verdadeira necessidade e possibilidade de luta das massas; b) conseguirem as forças guerrilheiras fundirem-se com as massas, ganhá-las para a luta e encontrar nelas o apoio, a fonte de recrutamento e sustentação do movimento. Mas além desses, certamente os mais importantes, e ao mesmo tempo ligados a eles, penso que há dois outros fatores que precisam ser ponderados para que se decida qual deve ser a forma da luta armada do proletariado contra o Estado nacional burguês, a burguesia e o imperialismo: a geografia e a demografia.
As guerrilhas historicamente constituem-se como movimentos militares que instalam suas bases “no campo”, isto é, em regiões de florestas onde buscam proteção contra os ataques (especialmente os ataques aéreos) dos ARE. Há exceções como a guerrilha argelina nos tempos da luta anticolonial e a guerrilha curda atualmente, ambas usando o deserto como base de operações. Mas aqui, nos trópicos (e o mesmo ocorreu na guerrilha vietnamita), a regra tem sido o uso das áreas rurais e florestas como bases de operação. Tivemos experiências de guerrilhas urbanas no Brasil, na Argentina, no Uruguai e em alguns países da Europa ocidental: todas, não por acaso, derrotadas.
A mim parece que a forma guerrilha mostra-se potencialmente mais adequada a formações econômico-sociais atrasadas do ponto de vista do desenvolvimento das forças produtivas, países menos industrializados, com forte densidade populacional no campo, próxima às áreas de floresta, onde os movimentos guerrilheiros possam encontrar não somente proteção na vegetação, nas montanhas e túneis e beneficiarem-se da topografia (onde, por exemplo, fica impraticável o uso de tanques), como também encontrar nessas áreas a sua base social, uma classe de camponeses e assalariados rurais junto a qual possam desenvolver (ou melhor, junto a qual já venham desenvolvendo, como condição para a passagem do trabalho político ao trabalho político-militar) sua prática política e de formação. Não por acaso todas as guerrilhas vitoriosas caracterizam-se por terem sido revoluções camponesas. Com direção burguesa ou comunista.
Em meu ponto de vista, a tática da guerrilha não se mostra viável para países onde se alcançou um nível maior de desenvolvimento das forças produtivas, países industrializados e com forte densidade demográfica nas cidades. Em geral o desenvolvimento capitalista fez com que as populações rurais migrassem, diminuindo assim o número daqueles que poderiam constituir a base social e material de guerrilhas rurais. Ademais, o próprio desenvolvimento do capitalismo nos países dominados tem caráter predatório e os “campos” têm sido devastados, as florestas desmatadas e substituídas por grandes propriedades voltadas à produção agrícola, à pecuária e/ou ao extrativismo. Lugares que inviabilizam a utilização da cobertura vegetal como proteção contra bombardeios, o descolamento camuflado de guerrilheiros e o contato com a população, cada vez mais rarefeita. E aqui refiro-me as áreas de maior densidade e importância populacional, econômica e política do “campo”. As áreas onde a geografia e a topografia ainda poderiam ser consideradas favoráveis à guerra de guerrilhas são regiões em geral de baixíssima densidade populacional (densidade que tenderia a diminuir em um contexto de guerra civil e frente às ações dos ARE e dos AIE) tornando quase impossível a transformação da guerrilha em guerra popular. Cabe lembrar ainda que tais regiões, em geral, estão muito longe das áreas urbanas densamente povoadas.
Os comunistas têm de ir aonde o povo está e o povo está nas cidades, amontoado nelas. Entenda-se bem. O que estou dizendo é que o desenvolvimento associado-dependente do capitalismo na América Latina, sob a égide do imperialismo, tem modificado a geografia da região: tanto a paisagem quanto a topografia e, sobretudo, a demografia (três fatores que todo estrategista militar leva em consideração) e assim, tornando uma tática de luta que tinha potencial na maior parte do século XX, em uma tática inadequada para alguns países latino-americanos. Em última instância o que temos são desdobramentos do desenvolvimento e da relação entre as forças produtivas e as relações sociais de produção e destas com a natureza. Cabe lembrar que, analisando os efeitos do desenvolvimento industrial, particularmente suas implicações na indústria de armamentos e nos novos equipamentos postos à disposição do exército e das polícias, bem como as implicações tático-militares das reformas urbanas, a exemplo do alargamento das ruas, o camarada Friedrich Engels afirmou se terem esgotado o tempo e as possibilidades das lutas de barricadas como forma de luta armada do proletariado urbano contra o Estado.
Considerando que o capitalismo dependente não impediu a industrialização de alguns países latino-americanos, ao contrário, o estimulou; considerando que a industrialização e o desenvolvimento desigual inerente ao caráter dependente do capitalismo na América Latina ensejaram intensos movimentos migratórios que tenderam ao esvaziamento das áreas rurais e à concentração demográfica em cidades de diferentes portes, incluindo várias metrópoles; considerando que movimentos revolucionários devem desenvolver suas práticas sobretudo onde se encontram as massas e que é exatamente nas áreas onde se concentram as massas que a luta armada deve desenvolver-se: a mim parece que a forma a ser assumida pela luta armada do proletariado nessas formações econômico-sociais tende a ser a da insurreição. O que tem implicações táticas prévias, um tipo próprio de trabalho político, cultural, organizacional e de mobilização a ser feito ao longo de considerável tempo, até que se tenha condições para a insurreição, sobretudo, que se tenha um proletariado que não mais suporte viver nas condições que vive, uma classe dominante que não mais consiga se fazer respeitar pelos dominados e um partido comunista capaz de conduzir o levante e as lutas subsequentes.
Como esses comentários já se alongaram, vou ater-me, a menos que venha a ser necessário, de argumentar contra algo que penso seria um grave equívoco: a guerrilha urbana. E também não anteciparei argumentos contra possíveis objeções à tática insurrecional, como a questão das barricadas.
Esperando que os camaradas dialoguem com as minhas considerações, saúdo-os pelo trabalho com o blog.
04/05/2013.
Gabriel Harcea.
O5 de maio de 2013, 195 anos do nascimento de Karl Marx.
COMEÇAM AQUI OS MEUS COMENTÁRIOS:
Camaradas,
Inicialmente parabéns pela iniciativa de publicar o texto do camarada Althusser sobre o comandante Che. Realmente um texto que provoca reflexões e peço vênia para tecer alguns comentários e apresentar dúvidas.
Althusser solidariza-se com a compreensão guevarista, mas não somente guevarista, de que a conquista do poder do Estado pelos oprimidos da América Latina exigirá a derrota política e militar das classes dominantes e do imperialismo e, portanto, demandará a luta armada do povo contra seus inimigos. Porém, sabiamente Althusser destaca que a luta armada não é suficiente para tal objetivo. O mais importante, pelo que pude depreender dos comentários de Althusser, é que a decisão de se empreender a luta armada – não apenas como estratégia geral, mas como movimento tático concreto – deve ser adotada ou não conforme seja a conclusão dos revolucionários a respeito dos determinantes fundamentais: o que Lênin chamava de “análise concreta de situações concretas” e a existência, ou não, de ligações sólidas, profundas, entre as massas populares e o movimento revolucionário.
Camaradas, ao reler os meus comentários, escritos de um fôlego só, detectei erros de redação – por exemplo, onde se lê: “ater-me”, leia-se: “abster-me” – e pontuação, pelos quais peço desculpas. Ademais, sou péssimo digitador.
Outro equívoco é quanto à grafia do meu nome que aparece (inclusive no endereço do e-mail) como Gabriel Harceia (com “i”). Foi um erro que ocorreu quando criei a contra e que não estou conseguindo consertar. A grafia correta é a que está abaixo.
Fraternalmente,
Gabriel Harcea Ubizarreta.
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